“Proceso…” fue uno de los espectáculos señeros del TEI, incluso desde antes de existir: la obra se montó por primera vez en el TEM, Teatro Estudio de Madrid, bajo la dirección de William Layton y un jovencísimo José Carlos Plaza. El grupo daba en 1965 sus primeros pasos, recién terminados los estudios de interpretación en la escuela de teatro fundada por Layton, Miguel Narros, Maruja López, y Betsy Buckley y esta fue su segunda propuesta tras Historia del zoo. En 1966, recibieron por esta obra el Premio Nacional de Teatro y la representaron durante tres meses, en el Teatro Beatriz (Teatro Nacional de Cámara y Ensayo), tras los cuales giraron por varias provincias con Festivales de España. En 1968 grabaron la función en TVE, para el programa Teatro de Siempre. “Proceso...” se remontaría a partir de 1971 para formar parte del repertorio del grupo en la programación del Pequeño Teatro de la calle Magallanes.

“Muy bien. Muy bien. Este alegre espectáculo, este claro, luminoso, desenfadado  inteligente espectáculo, este es el que está obligado a darnos el teatro de nuestro tiempo: por su vivacidad, por su enraizamiento en nuestros problemas, por su capacidad de síntesis, por su ímpetu, por su fuerza provocadora, por hacernos meditar, por hacernos reír, por encantarnos sin hipnotizarnos, por su limpieza intelectual y artística. Por todo eso y mucho más, señor comisario de los Teatros Nacionales, adelante. Este deslumbrador torbellino que es el Teatro Estudio de Madrid acaba de marcar un gran tanto en el escenario del Beatriz. Ahí queda la raya trazada. Por debajo de ella, ni un milímetro. No tendría gracia y no habría por qué.

Estos chicos y chicas del TEM son, profesionalmente, unos completos desconocidos. Salen de un laboratorio, de un centro de trabajo en el que han cristalizado años de duro estudio y será preparación, El resultado es esta magnífica versión del ‘Proceso por la sombra de un burro’ de Friedrich Durrenmatt, que es, en su origen, un texto de teatro radiofónico, adaptado por María López y Miguel Narros. Asaptado. Es decir, ‘visto’ sobre un escenario, suplido con gags y efectos innumerables, articulado con un sentido total del teatro, enriquecido con un movimiento tan vivo y sugeridor que se despliegan, ante el espectador, todos los estimulantes críticos y humorísticos de la dramática del gran escritor suizo. Durrenmatt, gran farsante, es una tentación para los enamorados del teatro. Su ‘Proceso por la sombra de un burro’ cristaliza el desequilibrio de una sociedad neurótica que encaja, a veces efectos terribles provocados por causas menores. El análisis es corrosivo en su intención, pero tierno y burlesco en su realización. Los adaptadores – vuelvo a escribir sus nombres: María López, Miguel Narros – han estudiado y utilizado todas las posibilidades escénicas del texto. Y nos han proporcionado con ello un famoso día de fiesta.

El TEM actúa desarrollando y actualizando las famosas normas del muy famoso método de Stanislavsky o, al menos, parte de ellas. Es decir, los actores se comportan en escena influyéndose unos sobre otros orgánicamente, no como autómatas memorizados, sino como seres palpitantes y vivos. No se limitan a ‘representar’; agregan claramente una visualización del impulso interno que hace a un ser vivo actuar de determinada forma. No olvidan nunca el ‘objetivo’ principal del personaje. Expresan, con idéntica el texto – la palabra – y el subtexto – la intención -, con lo que la representación fluye sin saltos. Valoran los personajes por su rango dramático, su situación social, sus rasgos físicos y sus atributos más llameantes. Contemplan, o parecen contemplar, la escena a través de los ojos de los personajes. ”

Lorenzo López Sancho. Abc 3 de febrero de 1966, pag 73.