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Teatre independent
Ilustración
Irrintzi, 1979. Fotógrafo: Merino de la Peña, F. Fuente: Archivo CDT.

ESPECTÁCULOS · EL teatro independiente EN ESPAÑA, 1962-1980

Irrintzi. Ritual del pueblo vasco, de Akelarre

 

Cuando estrenan Irrintzi, Akelarre lleva once años funcionando, con quince espectáculos estrenados. Es una compañía estable y reconocida que, a partir de este espectáculo y coincidiendo con la etapa democrática, va a ahondar sobre su identidad vasca, con espectáculos bilingües que buscan no sólo hablar sobre la identidad sino mostrar una manera de hacer diferente. Irrintzi será la primera obra de una trilogía que completan Gerra ez y Hator. Así lo analizaba el crítico Pedro Barea en la revista Pipirijaina:

“Un proyecto anterior de Akelarre, que fue prohibido por la censura, fue el «Jaun de Alzate» de Pío Baroja. El texto, difícil novela-teatral de don Pío llevaba un complejo trabajo que el grupo se había impuesto para sacar teatralmente adelante la obra. Quedó en nada con una gran pérdida económica de por medio. «Akelarre» trataba de darse un contenido más específicamente próximo a la temática vasca. Su propuesta de hoy, el espectáculo Irrintzi, está también en esta línea. De alguna manera los dos marcan una pauta que busca legitimar al grupo como arraigado en la expresión vasca, en su problemática y en sus formas peculiares de narración dramática. «Akelarre» ha querido definirse.

Sin textos relevantes en el repertorio euskaldún, han echado mano de la poesía —rica y abundante— corno fórmula. Y empastan e espectáculo en torno a la obra de tres poetas vascos: Gabriel Aresti, Blas de Otero y Gabriel Celaya. Poetas en euskera y en castellano que reproducen lo que es ahora la comunidad a la que se dirigen: una comunidad bilingüe.

«Akelarre» hace un rito, una ceremonia en torno al ser vasco. Ceremonia de talante religioso en torno al hombre, que recuerda inevitablemente una «Pasión» mística. Una serie de ritos articulan el espectáculo. De algún modo el esquema afirmación-derrota-resurrección está presente en todas las creaciones utopistas. El Irrintzi es un grito entre guerrero y festivo que es fácil oír allá donde da imagen de vitalidad un tipo humano especialmente reprimido a la hora de mostrar entusiasmos, el vasco. Es un grito violento, como a golpes, que podía poner a prueba todos los resonadores «altos» de un actor.

Irrintzi tiene el ritmo lento de un rito. Y su temperatura es la temperatura densa y cálida de un acto religioso. Con una penumbra y un clima trascendente que enlazaría con trabajos parecidos que han tenido interés en otras comunidades peninsulares: el .”Oratorio” o el «Quejío», y, por coger un ejemplo más amplio, escenas de la “Passió” del grupo de Horta. «El encuentro», «el trabajo», «el amor», «la lucha» «la derrota», «el renacer»... como etapas de un espectro que quiere ser reflejo del sentir del pueblo vasco. Escenas próximas que unen la idea de laboriosidad y hermanamiento a la de agresión y violencia del enemigo. Escenas desafiantes, al fin, con una «resurrección» vibrante del derrotado.

Espectáculo idealista, con una concepción retórica del hombre, que hay que rellenar, y ahí sí funciona, con aportaciones personales del espectador. De algún modo el lenguaje poético —y sobre todo de una entidad literaria tan depurada como la de un Blas de Otero— presentaría un hueco hasta llegar a las imágenes concretas que Irrintzi quiere sugerir. El problema de Irrintzi puede estar en esto, en su «cosmicidad». Si «Oratorio» o «Quejío» eran espectáculos en los que nunca se perdían las referencias sociales o económicas determinantes, en lrrintzi estas referencias quedan diluidas, tenebrosas. El poema de Gabriel Aresti «Defenderé la casa de mi padre», que podía ser el esqueleto o el punto de apoyo del espectáculo, es un poema ambivalente, tanto entendido como defensa de un patrimonio cultural como económico, en un pueblo que se ha salvado, como pueblo, a causa de su prosperidad y de su riqueza. El pueblo vasco es también agresivo, poderoso. Y defiende la casa porque puede. Es decir, si el espectador identifica la lucha de liberación con una determinada lucha, es, sobre todo, su problema. El Irrintzi podía tener otra lectura. Lo que ocurre es que posiblemente esa lectura no se da, porque hay toda una serie de connotaciones que la impiden. Pero el contenido del espectáculo la permitiría.

Irrintzi es un espectáculo bello. Quizá un tanto moroso en su desarrollo, un tanto paladeante. Pero bello. Tiene Luis Iturri una envidiable habilidad para idear imágenes totalizadoras, ámbitos. Y es un hombre zurrado que ha andado ya camino y tiene un innato olfato teatral. Hay, además, un equipo de plásticos que han colaborado en lo que es sin duda su mayor aportación: su acabamiento estético. La presencia de Tomás Adrián Malo, los Ibarrola, Dionisio Blanco habrá colaborado en ello. Escenógrafo el primero, los demás son artistas punteros de la actual pintura vasca.

Irrintzi es un paso adelante de importancia para el grupo. Como temática que, si polémica, afronta por primera vez —sin aldeanismo— el mundo vasco. Como trabajo audaz de un grupo que ha mantenido el tipo a lo largo de diez años, constituyéndose en este momento en uno de los más significativos del panorama de las nacionalidades. Y como vía abierta para un replanteamiento de las posibilidades de un teatro nacional que ponga en juego el idioma, las imágenes y las fórmulas autóctonas de expresión teatral.”

Ficha artística

Irrintzi. Ritual del pueblo vasco, de Akelarre.
Estrenada en 1977.

Autor: Adaptación de Luis Iturri sobre poemas de Gabriel Aresti, Blas de Otero y Gabriel Celaya.
Director: Luis Iturri.
Escenógrafo: Tomás Adrián.
Vestuario: Tomás Adrián y Menchu Blanco.
Iluminador: Xabier Urquijo.

Actores: Mariví Bilbao-Goyoaga, Maribel D’rretxe, Antonio Rupérez, Jose Ángel Goyenaga, Juan Carlos García y Carlos Aznar. Los acompañaron el dantzari Alejandro Pérez Olaizola y el Bertsolari Intxaurraga.

Nota

Barea, Pedro: “Irrintzi por Akelarre de Bilbao”. En Pipirijaina, número 5, noviembre de 1977, pp. 6-7.

 

Fotografías

Foto 1
Irrintzi, 1979. Fragmento de Programa de mano. Fuente: Archivo CDT.
Foto 2
Irrintzi, 1979. Fotógrafo: Merino de la Peña, F. Fuente: Archivo CDT.
Foto 3
Irrintzi, 1979. Fotógrafo: Merino de la Peña, F. Fuente: Archivo CDT.
Foto 3
Irrintzi, 1979. Fotógrafo: Merino de la Peña, F. Fuente: Archivo CDT.

 

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