Cuento para la hora de acostarse se montó paralelamente a otro espectáculo en el que trabajaba la compañía en ese momento, La política de los restos, que por aquel entonces consumía las energías del grupo, ya que no acababan de culminar los ensayos, alargándose casi hasta la extenuación, terminando con la paciencia de muchos de los integrantes, que para la ocasión eran más de 30.

Por eso el montaje paralelo de Cuento para la hora de acostarse supuso una liberación y un soplo de aire fresco para los que formaron parte del proyecto. Un pequeño espectáculo, cuatro actores y un pianista y gran libertad de improvisación para sus componentes. Realizaron una curiosa adaptación de los personajes originarios irlandeses a personajes andaluces, y se montó la obra como si trascurriera en una pensión andaluza.

El montaje gozó del beneplácito del público, alcanzando la compañía más de 150 funciones (dentro y fuera de nuestras fronteras). Es de resaltar la calidad interpretativa de los actores que componían el reparto, de hecho, todos ellos han desarrollado posteriormente una fructífera y exitosa carrera profesional.

De características muy diferentes a su primera obra Antígona, la crítica vio esta obra como un paso  más  del grupo y alabó tanto la adaptación como el montaje:
“Esperepento” dio en el “quid”. Encontró una forma en perfecta conjunción con el fondo, siguió –es claro principio suyo- la teoría brechtiana, de divertir e informar. Estamos seguros de que también se divirtieron  los actores. Presentaron una escenografía sencilla y a la vez multicolor, acorde con todo el montaje –al que ayudaban perfectyamente las ilustraciones musicales del piano-… (J.M.S. “Dominio del espacio en la actuación de “Esperpento”, [Salamanca])

Como cualquier otra compañía de la época, Esperpento también se vio salpicado por los coletazos de la tan temida censura, ya que en Lugo, recibieron una denuncia por atentar  contra la moral y las buenas costumbres con este espectáculo. Muchos eran los aspectos del montaje que las autoridades no consideraron oportunos: vestuario no definido de militar o policía, gestos procaces, no ajustarse al texto que se autorizó previamente y otros muchos, que el Ministerio de Información y Turismo de la época consideró inapropiados y dignos de penalización. La multa ascendió a 50.000 pesetas. Considerablemente alta para la economía precaria de la compañía, que finalmente pudo pagarla gracias a la recaudación de la venta de diferentes obras donadas por artistas plásticos afines al grupo.