ESPACIOS Y GIRAS · EL teatro independiente EN ESPAÑA, 1962-1980
MEMORIA GIRA POR EUROPA. FEBRERO-MARZO 1975
En el año 1975 y durante los meses de febrero y marzo, tuvo lugar la Gira por Europa que la Compañía Teatro del Mediodía realizó con su producción Farsantes y Figuras de una Comedia Municipal, basada en una dramaturgia a partir de El viaje entretenido, de Agustín de Rojas, La Elección de los Alcaldes de Daganzo, de Miguel de Cervantes y algunos Entremeses de Quiñones de Benavente y Jerónimo de Cáncer. Un círculo de más de 12.000 kilómetros, que se abre en Aix-en-Provence -el día 5 de febrero- y se cierra en Montpellier, después de recorrer cinco países, apenas dos jornadas antes del regreso a Sevilla, el 23 de marzo de aquel mismo año.
Si bien y desde diciembre de 1974, se habían desarrollado los trabajos de preparación, mediante los contactos con las organizaciones políticas del interior del Estado y los Centros de Democráticos de Emigrantes de Francia, Suiza, República Federal Alemana, Bélgica y Holanda, países en donde tuvieron lugar las representaciones.
En este sentido hay que mencionar aquí la experiencia acumulada por los miembros de Teatro del Mediodía en la organización y desarrollo de la Gira por Europa que dos años antes realizara la Compañía Esperpento, en la que habían participado buena parte de sus componentes y a la que habremos, necesariamente, de referirnos en más de una ocasión a lo largo de estas líneas.
Ya entonces y sin embargo en un orden distinto –también se inició en Francia, pero continuando sucesivamente por Bélgica, Holanda y República Federal Alemania y cerrando en Suiza-, la nómina de ciudades visitadas entre la primera y la segunda ronda se vio, en muchos casos, confirmada o, en significativa proporción, ampliada 1.
Un análisis más detallado nos permitiría, no obstante, detectar –por ejemplo-, la disminución de plazas en el área holandesa, en número significativo en 1975, en beneficio del área francesa. Pero en este ámbito es preciso mencionar la ausencia, en la colaboración para la organización de la gira de 1975, de un animador ejemplar para las tierras de Flandes como fue Felipe Lorda, que había vuelto a España; o la influencia de un hombre como Máximo Rodríguez, el ‘hombre’ de T. del Mediodía en Toulouse para las de Francia; o la diestra pericia de Andrés Ruiz –y su mujer, Inés- en Ginebra para la Helvética. En cualquier caso, debe considerarse que la reducción de los dos meses largos –duración de la gira con Esperpento- a los cincuenta días, periodo de trabajo de la de Teatro del Mediodía, supone –aun siendo relativamente pequeña-, una importante mejora en el perfil de los factores a considerar desde el punto de vista de la organización general, máxime si, además, tenemos en cuenta que en la de Teatro del Mediodía, el mapa de plazas se completó simultáneamente al desarrollo de la misma, mediante viajes de alcance relámpago a nuevas localidades, aprovechando los días intermedios entre función y función en el propio decurso de las representaciones. En términos generales es preciso considerar, pues, que frente a las 30 –en algunas plazas se realizaron funciones dobles-, representaciones de la gira de Esperpento en 1973, parece más razonable el marco de las 23 llevadas a cabo por Teatro del Mediodía en 1975, con un menor periodo de preparación. Y no obstante hay que significar, en este sentido, que el esfuerzo del pequeño grupo humano que constituía la Compañía en gira 2, era de considerables dimensiones: los miles de kilómetros recorridos con una media diaria persistente en el límite de lo medianamente soportable; la realización de una representación –montaje, preparación, desmontaje, carga y descarga incluidos- de media cada dos días; parámetros idénticos en cuanto al cambio de alojamiento, también cada dos días; vehículos por regla general poco más que ‘soportables’… Y todo ello en el marco de cincuenta días sin tregua 3, desde las cálidas orillas del Guadalquivir hasta las heladas playas del Báltico: más de doce mil kilómetros de experiencia.
Es preciso hablar aquí del factor ‘público’ que nos acompañó en las representaciones y que podemos calcular hoy –siendo cautos con el efecto corrector del paso del tiempo- en una media de entre 200 y 250 espectadores por actuación. Gentes, en su mayoría de mediana edad y procedencia de clase media y media-baja, que acudían acompañados de hijos y algún que otro nativo asimilado a través de la adscripción política o el lugar de trabajo. La gran mayoría permanecían expectantes en sus asientos, deseosos del coloquio que, sistemáticamente, se abría al acabar la función en la mayor parte de las localidades. Coloquio donde preguntas y respuestas bailaban entre la propia historia representada, la situación del teatro en el interior, o el propio teatro independiente. Los espacios de representación eran, por lo general, de dimensiones discretas, pero bien acondicionados para el ejercicio escénico; como en los casos en que fueron lugares habilitados en la sede de los propios Centros Democráticos o, incluso, como en las funciones realizadas en territorio francés, programadas en salas teatrales adscritas a centros universitarios.
Mención aparte merecen el tiempo, atención y dedicación destinados al contacto con los anfitriones de los distintos Centro Democráticos. No es preciso recordar aquí que la mayor parte de aquel ejército de exilados por las ideas o el subdesarrollo de un país por entonces en tiempos sombríos, esperaban casi tanto como el reencuentro con una lengua y unas historias que eran la sabia de sus propias raíces, la ávidamente deseada conversación sobre el ‘estado de la cuestión’, sobre las expectativas, los puntos de vista de aquéllos que veníamos del ‘interior’. Al calor de estas intensas y largas conversaciones compartimos –siempre y con el exquisito cuidado y la abundancia generosa del mejor amigo- su comida y sus casas, donde nos alojaron con largueza. Las Compañías que han realizado periplos amplios como éstos que aquí se describen –Tábano, Goliardos, La Cuadra, … y, más concretamente, Esperpento y Teatro del Mediodía- conocen muy bien este ámbito y lo valoran, también, tanto o más que el propio trabajo teatral que estaba en el origen de estos encuentros. Todos los que han participado en alguna de estas valiosas empresas guardan un recuerdo imborrable de aquellas gentes que un día debieron huir ‘al exterior’ abandonando tierra, casa, familia e historia, siempre amables, generosas hasta decir basta y, a la vez, raza incansable de luchadores.
Pero existe otro aspecto, desde el punto de vista profesional, irrenunciable en cuanto a la valoración de lo que el fenómeno ‘gira europea’ comporta para una Compañía perteneciente –como en el caso de Teatro del Mediodía o Esperpento y las otras que más arriba se citan- al Teatro Independiente, movimiento transformador por antonomasia del teatro español en todos sus ámbitos: definición de un repertorio, relaciones de producción, creación de nuevos públicos y profunda reforma de los procesos de enseñanza y aprendizaje, entre otros muchos. Y es en este sentido, donde el contacto con la realidad escénica del exterior, en un país condenado desde tiempo inmemorial -para las gentes del oficio entonces-, al raquitismo informativo y experimental, donde puede situarse la reflexión que, entre otros múltiples factores, colaboró decisivamente a la apertura –nunca mejor dicho-, de un proceso de conocimiento y descubrimientos que resultaría providencial para el teatro español.
Por citar sólo tres referencias como ejemplo: aquellas giras europeas permitirían a las gentes de Esperpento y Teatro del Mediodía conocer el Berliner Ensemble, el Teatro que Bertolt Brecht creara en la Shiffbauerdamm, en Berlín, donde asistieron a una representación del Sweyck en la segunda guerra mundial, así como descubrir a Witold Gombrowicz en el Schiller Theater, también en Berlín, en un montaje de su Opereta, dirigido por Ernst Schröder, con una fascinante escenografía de Josef Svoboda. Y un magnífico La Edad de Oro, del Theâtre Du Soleil, en la Cartoucherie de Vincennes, en París. En aquel tiempo estas cosas no se veían todos los días…
En todos los campos de los que aquí se hace referencia, la experiencia del ‘Cuento para la hora de acostarse’ de Sean O´Casey, en el año 1973, en beneficio de la de 1975 con Cervantes y Cía., resultaría providencial. En aquella ocasión, Esperpento cruzaría los Pirineos para, poco después, a su vuelta del ‘tour’ europeo, llevar a cabo un ‘periplo triunfal’, en medio de una temporada inusualmente agosteña, pero por dos veces prorrogada en el Teatre Capsa de Barcelona, como preludio de una feliz travesía por tierras catalanas, donde recogería el aplauso unánime, del que fueron protagonistas gentes como Manuel Vázquez Montalbán, María Aurèlia Capmany o Jaume Vidal Alcover, entre muchos otros. Historias como éstas, las catalanas y las europeas, ‘encajaron’ a Esperpento en el ejercicio profesional de manera contundente, permitiéndole instalarse por derecho propio en el panorama español del Independiente. Como contribuyeron también en aquella etapa las contingencias de la experiencia, en un oficio siempre complejo y arriesgado en extremo. Y habrán de mencionarse aquí, siquiera de pasada, las auténticas penalidades que Esperpento hubo de soportar y que, felizmente, encontraron superación en la gira de 1975, con Teatro del Mediodía, por mor de la –ahora sí- bendita experiencia.
Cita explícita merecen, en este sentido, el ‘fracaso’ del vehículo de la Compañía en mitad de la autopista que une Berlín y Hamburgo, aliñado con una noche a 10 grados bajo cero y un exhausto medio paquete de galletas por toda ‘dieta’. O la segunda y definitiva ‘muerte’ del vehículo (que había pertenecido al diario Madrid y cedido, después de la desaparición de éste, a la Compañía por el abogado García Trevijano), justo a las puertas del Festspielhaus de Bayreuth, el Coliseo wagneriano. Por no hablar del obligado ‘régimen alimenticio’ de dos naranjas por cabeza y medio litro de leche que alimentó las ‘vigilias’ de una semana en la Mission Bannhoff, albergue para indigentes de la Estación de trenes de Berlín; o las ‘palabras mayores’ del riesgo inminente de septicemia de un miembro de la Cía.
Pero hay que concluir con una reflexión general que registre la verdadera dimensión de estas experiencias que, desgraciada o felizmente –según se mire, los tiempos actuales no permiten reeditar: un posterior intento de Teatro del Mediodía, para regresar a los bermejales europeos -en parecidas condiciones- con El bello Adolfo, un cabaret sobre canciones, poemas y textos no dramáticos de Bertolt Brecht, quedó antes que después en el olvido; las condiciones políticas del ‘interior’ y el ‘exterior’ de aquella España habían cambiado y muchas de las personas que hacían posible la organización y puesta en pie de las giras, habían vuelto a “su tierra” para trabajar directamente en la “vida política”. Y esta reflexión debe ser, desde todos los puntos de vista, enormemente positiva.
Sevilla, mayo de 2016.
Roberto Quintana y Chus Cantero.
(Datos e imágenes de los Archivos de Esperpento y Teatro del Mediodía depositados en el CDAEA)
1 Plazas de la Gira de Teatro del Mediodía: En Francia: Aix en Provence, Dijon, Roubaix, Rennes, Toulouse, Avignon, Montpellier. En Suiza: Genève, Basel. En Alemania: München, Nürnberg, Weinheim, Mannheim, Hannover, Köln, Essen, Frankfurt am Maine, Russelheim. Bélgica: Bruxelles, Liège. Holanda: Beeverwijk
Plazas de la Gira de Esperpento: En Francia: Dijon, Lille, Toulouse, Nîmes. En Bélgica: Bruxelles, Liège, Antwerpen, Gent. En Holanda: Amsterdam, Enschede, Haarlem, Den Haag, Rotterdam, Appeldorn, Hilversum, Utrech, Zaandam, Eindhoven. En la República Federal Alemana: Mannheim, Hamburg, München, Köln, Dusseldorf, Mainz, Frankfurt am Main. Nürnberg. En Suiza: Gèneve, Basel, Zürich.
2 En Esperpento, la Compañía en gira estaba constituida por Mariana Cordero, Juan Carlos Sánchez, Antonio Andrés Lapeña, Roberto Quintana –actores- y el pianista José Medrano. Desde la base, en Sevilla, fueron factores decisivos Antonio Contreras, Alberto Soler, Carlos Ortega, Justo Ruiz, Juan Ruesga, Pedro Álvarez Ossorio y José M. Rodríguez-Buzón.
La Compañía de Teatro del Mediodía en gira, estaba integrada por Justo Ruiz, Adela Abad, Antonio Andrés Lapeña, Roberto Quintana –actores-, el Técnico de Escena Nicolás Pérez Rosado y el exmiembro de “Goliardos” y ‘Tábano’, integrado con tal ocasión en Teatro del Mediodía, Manu Aguilar. Los ‘enlaces’ a la base de Sevilla fueron desempeñados por Jesús Cantero, quien pudo contar con la colaboración de Juan Ruesga.
3 Datos referenciales: Total de kilómetros recorridos: 12.000. Media diaria: 300. Media de kilómetros por representación: 520. Representaciones realizadas: 23. Plazas: 21. Países: 5.
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El teatro independiente fue un salto de talento y de decisión de unos pocos cientos de personas. Algunas de estas personas participarán de un modo u otro en las actividades y proyectos que se llevarán a cabo, en las mesas redondas, en las entrevistas... Si hay olvidos, serán debidos a nuestra ignorancia y la existencia de este sitio web nos dará la posibilidad de reparar errores. El objetivo de este proyecto es que los profesionales y espectadores de hoy, especialmente los más jóvenes, conozcan y valoren a quienes protagonizaron aquel momento.
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