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Teatro independiente
Espacios y giras
Ilustración

ESPACIOS Y GIRAS · EL teatro independiente EN ESPAÑA, 1962-1980

El Teatro Independiente creó un nuevo mapa de espacios escénicos en nuestro país. Aunque, en contadas ocasiones, los teatros comerciales abrieron algún hueco que fue aprovechado por los grupos para hacerse muy visibles – por ejemplo, las setenta y cuatro funciones y más de cincuenta mil espectadores de Castañuela 70 en el Teatro de la Comedia - , los grupos tenían grandes dificultades para presentar de forma continuada sus trabajos, limitándose a un número muy pequeño de funciones en cada ciudad. Algunos espacios se convirtieron, en los años setenta, en lugares de encuentro para todo el teatro independiente y su público. Comenzamos en esta sección a recordar algunas de estas salas y sus historias.

Recuperar la memoria de estas salas no resulta sencillo, por lo que hemos optado por un formato más libre que en otras secciones de esta web, esperando que las aportaciones de los usuarios llenen los huecos de este ejercicio de memoria. Así, tratamos de presentar una ficha de algunas de ellas, en tanto que nos acercamos a la vida de otras a través de la lectura de un artículo. Todo suma.

Fueron cientos los espacios que se convirtieron en escenarios para el joven movimiento del teatro independiente: teatros oficiales, teatros comerciales, colegios mayores, institutos, parroquias, teleclubs… hasta lograr aquellas giras de más de cien plazas. Además, hubo salas gestionadas por los propios grupos. Una generación de creadores se forjó adaptando su trabajo a espacios de lo más diverso, con la vista casi siempre en la carretera.

Ofrecemos, como botones de muestra, tres documentos sobre giras de los grupos Cátaro, Tábano y Teatro del Mediodía y cerramos esta sección con la reflexión sobre los espacios escrita por Chus Cantero.

 

Teatro Independiente en España: sus particularidades y sus lugares

Chus Cantero *

Resumen: Los orígenes del Teatro Independiente en España están marcados por la evolución política, económica, social, cultural y artística de nuestro país en un periodo determinado, que se ha estimado entre 1962 y 1980, e íntimamente unido a los espacios en los que se desenvolvió, los cuales permitieron su supervivencia. En esta época el teatro sale de sus espacios de representación habituales en busca de un nuevo público. Las compañías de teatro independiente representaron sus espectáculos en universidades, colegios mayores y ateneos, pero también en conjunción con los movimientos vecinales en casas de cultura, teleclubes y salones parroquiales. Aunque un número importante de funciones venía proporcionado por las representaciones que se realizaban en los teatros comerciales de las grandes ciudades. Una característica de la época fue la creación en diferentes ciudades de salas de exhibición, donde las compañías podían presentar sus trabajos, y  que habitualmente estaban dirigidas por personas procedentes del propio teatro independiente. Paralelamente algunas compañías realizaron giras por Europa, organizadas por la disidencia política, y también por América.

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Mucho se ha hablado de los orígenes del teatro independiente en España, de sus momentos y, por supuesto, de los sitios en los que se desenvolvió, los cuales permitieron su supervivencia. En sus comienzos se ha transmitido una cierta correlación con Latinoamérica —a veces de forma anecdótica—, concretamente con grupos argentinos de los años cincuenta o similares agrupaciones del teatro underground americano de los años sesenta.

Aparte de ciertas similitudes que se puedan dar con otros fenómenos contemporáneos, los orígenes del Teatro Independiente en España están fundamentalmente marcados por la evolución política, económica, social, cultural y artística de nuestro país en un periodo determinado, que se ha estimado entre 1962 y 1980; pero que para redondear, por algunos datos locales, podríamos situar entre 1960 y 1980.
El título de esta introducción pretende responder a las variedades de interpretación sobre este fenómeno teatral —muy acotado en el tiempo, aunque sea difuso— y su supervivencia a partir de los diferentes espacios en los que se trabajó, esencialmente, cara al público y con su apoyo.

El fin de la autarquía en la década de los cincuenta, llamada por algunos economistas la “década bisagra”; los primeros movimientos universitarios organizados de protesta, la reorganización del movimiento obrero; la normativa sobre los teatros de cámara; el plan de estabilización de final de la década y el incipiente desarrollismo, unido al ascenso de los tecnócratas, nos van a marcar las grandes líneas de acción de este fenómeno.

La década de los sesenta supone la cristalización de las líneas citadas y el comienzo del desarrollo del teatro independiente. En concreto, nos referimos a la confluencia de la Ley General de Asociaciones de 1964  (que regulaba legalmente las actividades sociales, culturales, recreativas y asistenciales aunque con intención de férreo control político) con el movimiento vecinal que comienza a organizarse —producto de los primeros síntomas de desarrollo y de la emigración de gentes de los núcleos rurales a la ciudad— que si bien tiene unos tímidos comienzos en algunas ciudades a finales de los años sesenta, se implanta de forma amplia en los años setenta, en los que se constituyen las primeras Asociaciones Ciudadanas de Barrio en ciudades como Barcelona, Madrid, Valencia, Bilbao, Zaragoza o Sevilla. Sus reivindicaciones se caracterizan principalmente por la demanda de las condiciones materiales ligada a la calidad de vida en los barrios, junto con el apoyo a la lucha por la democracia. La célula fundamental de desarrollo del movimiento eran las Asociaciones de Vecinos, normalmente de barrio, que se convierten en una plataforma de intervención política, acogiendo en su seno a una parte importante de la militancia de las organizaciones y partidos políticos que estaban actuando en la clandestinidad. La educación, la cultura y la libertad eran uno de sus leitmotiv y la organización de las actividades culturales —con objetivos diversos—, una de las máximas posibilidades de confluencia de diferentes públicos. Estas actividades se desarrollan en Semanas Culturales o Veladas de barrio, y en ellas se les da un lugar preeminente a la música, fundamentalmente a la canción, y al teatro.

También alumbraron la consolidación de la actividad con la puesta en marcha de la estrategia “Alianza de las fuerzas del trabajo y la Cultura” de la cual el novelista Armando López Salinas —uno de los responsables de cultura del Partido Comunista de España y promotor del manifiesto en apoyo a la huelga minera de 1962 que suscribieron 102 intelectuales— fue entusiasta defensor; la creación de la Federación Universitaria Democrática Española (FUDE) y el auge de los movimientos estudiantiles posteriores a 1966.

Otros hitos importantes son la desaparición del Sindicato Español Universitario (SEU) en 1965 —no tanto por el cuestionamiento de los Teatros Españoles Universitarios (TEUs)— y el intento, por parte del régimen de la constitución de las Asociaciones Profesionales Estudiantiles, que fueron rechazadas por todas las universidades españolas. A partir de estos momentos se acrecienta  la conflictividad en las aulas —no solo por la norma administrativa— y en 1966 se constituye el primer Sindicato Democrático de Estudiantes Universitarios (SDEU) en Barcelona, que inmediatamente se expande por las diferentes universidades españolas. Coincidiendo con las revueltas del 68 en el mundo se está dando en España la descomposición del Sindicato Democrático por una parte, y por otra la aparición de distintos grupos ligados a una gran fragmentación de la izquierda universitaria. Los estudiantes se van posicionando en los diferentes Comités de Acción de las facultades, Plataformas de Estudiantes y los Comités de Curso —que se subdividían por especialidades—, cada vez con mayor presencia y peso. Esta nueva reorganización estudiantil se acrecienta con el Estado de Excepción de 1969. Hay que tener en cuenta que en 1968 había en España doce Universidades con 8.000 PNN (Profesores No Numerarios) y en 1975, veintidós Universidades con más de 40.000 PNNs.

Otro acontecimiento que también sirve de trampolín —a veces con doble lectura— para la cultura, es la aprobación de la Ley de Prensa de 1966.

Los acontecimientos citados podrían marcarse como puntos calientes del momento en España que, si bien considerados por algunos como independientes de la actividad cultural, hicieron posible que el teatro independiente naciera y posteriormente se desarrollara; pues hay que  tener en cuenta que este tipo de teatro viene marcado por ese entorno y que para algunas personas con formación teatral era solo una actividad que iba a permitir modificarlo. De hecho, cuando en gran parte se modificó con la llegada de la Democracia, significó su crisis y desaparición.

Fotografía

Plazas y lugares de actuación

El Teatro Independiente lo conformaron, en sus primeras épocas, personas procedentes de los teatros de cámara y de los teatros universitarios, además de personas que habían empezado en lo que podríamos llamar  teatro-no profesional —una categoría diferente al amateur— del cual ya han publicado interesantes artículos diferentes autoras y autores. Ahora bien, con el desarrollo de la década de los sesenta y la incipiente consolidación de una profesionalidad laboral se incorporan miembros de otras agrupaciones teatrales muy poco citadas como fueron las Agrupaciones Artísticas de Empresas, que, por ejemplo, en Sevilla incluían a Industrias Subsidiarias de Aviación (ISA), Astilleros de Sevilla, o la de Funcionarios Municipales; Agrupaciones Culturales y Deportivas, como las de Telefónica o Galerías Preciados; Agrupaciones de Educación y Descanso; y también personas que venían de los Institutos y Universidades Laborales, que tenían gran actividad teatral; así como de las agrupaciones teatrales de facultades o colegios mayores. Durante esta década de los sesenta es muy importante la incorporación de artistas plásticos y músicos al movimiento transversal que se está desarrollando.

Todo lo anterior, además de darnos datos del entorno del Teatro Independiente, va a explicitarnos sus lugares de actuación. Algunos eran en parte heredados de los teatros de cámara y del teatro universitario —ambos  cercanos a la universidad—, como los colegios mayores, a los que hay que sumar las influyentes aulas de cultura de las facultades a partir de finales de los años sesenta con el auge del movimiento sindical y político estudiantil ya citado. También se desarrollaron actividades en los Liceos y Ateneos, dotados de salones de actos, que había por todo el estado español y, por supuesto, en las Casas de Cultura Españolas, nacidas a mitad de los cincuenta y desarrolladas en los sesenta; así como en algunos de los teleclubes de segunda generación, mejor equipados, y las aulas de cultura de los años setenta (por ejemplo, las de Hospitalet o Cartagena). El desarrollo social y político va a abrir las puertas de los barrios de las grandes ciudades y las funciones van a ser organizadas por el  movimiento de Asociaciones de Vecinos. Igualmente destacan las obras culturales de la cajas de ahorro españolas, desarrolladas en cuanto a actividades escénicas se refiere, a partir de los sesenta (anteriormente se movían más en el los sectores bibliotecarios, expositivos y musicales populares). Por supuesto un fondo importante de funciones venía de las pequeñas temporadas y funciones sueltas en los teatros comerciales de las grandes ciudades. El uso de los llamados Teatros de Provincia en los cuales “se competía” con las compañías de gira, principalmente de Madrid, y los espectáculos folklóricos fue esencial para su mantenimiento. Estos teatros, de los cuales muchos se derribaron, fueron abandonados o cambiaron de uso a lo largo de los sesenta y setenta, posteriormente fueron comprados y rehabilitados por las diferentes Administraciones Públicas que convergían en el territorio en el que se encontraban.

Una de las singularidades de este periodo —no excluyente de alguna experiencia anterior— fueron las Salas de Teatro (fundamentalmente de los años setenta con pocas excepciones), que se crearon o reutilizaron en diversas ciudades de España. Atendidas normalmente por personas procedentes del teatro independiente, solían ser compartidas por algún grupo que las tenía como lugar de trabajo propio. A continuación indicamos algunos de los casos más significativos:

  • En Barcelona podríamos considerar como la primera sala a la Cova de Drac en 1968, llevada por Maria Aurelia Capmany, que, probablemente por el modelo que se implantó de café-teatro, no duró mucho. La siguiente, el Teatro Capsa que abrió a finales de 1969 —con una programación interesante y dirigido por Pau Garsaball. ya en los inicios de los setenta se inaugura la Sala Villarroel —que fue la que más tiempo permaneció abierta y que según el crítico Joan de Segarra era conocida en la ciudad como “la Sala”—, con Ángel Alonso, uno de sus directores, fue un  espacio donde tuvieron su base diferentes grupos que se fueron conformando junto al equipo que la dirigía. En 1976 abrió sus puertas el Teatro Lliure, quizás la más singular, pues su puesta en marcha y diseño era el producto de una concepción nueva del teatro en España —heredera de experiencias similares europeas. El Teatro Estable, que tenía en Barcelona su principal lugar de trabajo (con pequeñas incursiones en Girona y Mallorca, además de una estancia más intensa en Madrid) continúa hasta hoy, y se abrió un poco al final de esta época de estudio con la incorporación muy puntual de alguna compañía como fue el caso de A-71 con una Antígona, o Teatro Mediodía de Sevilla con la Sonata a Kreutzer. Como producto de las acciones de Grec 76 y en una de las escisiones del primer colectivo, la Asociación de Trabajadores del Espectáculo (ADTE) abrió en 1977 el salón Diana. En el mismo año Iago Pericot –que había creado el Teatro Metropolitano en 1975- presentó el espectáculo Rebel Delirium en un viejo y abandonado túnel del metro de Barcelona. En 1978 Comediants abre en Canet la sala Odeón con uso discontinuo; y finalmente en 1979 se abre La Cúpula Venus, dirigida, entre otros, por Isidre Prunes y Obdulia Peredo.

  • En Pamplona destacó la sala El Lebrel Blanco, a cuyo frente estaba Valentín Redin, que era lugar, no continuo, del grupo homónimo.

  • En Valencia se encontraban el Valencia Cinema, con Vicente Vergara —hombre de comunicación y gestor— al frente; y la sala El Micalet.

  • En Madrid la primera sala fue el Pequeño Teatro de la calle Magallanes, lugar de trabajo del Teatro Experimental Independiente (TEI); no obstante, la que más duró fue La Cadarso que abrió sus puertas en 1976 —a cuyo frente estuvo varios años Carlos Sánchez­— que fue sufriendo todos los problemas típicos del teatro de esos años, no solo en lo específicamente artístico sino en todo lo relacionado con lo administrativo, permisos, seguridad…, cerró sus actividades en 1979. En 1977 abre sus puertas la llamada Sala 3, reconversión de un espacio expositivo- en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, que dura poco y cierra sus puertas en 1978. Ya a finales de los setenta abrieron la sala Prosperidad y la sala Cáceres. En 1979 surge otra nueva propuesta para una posible renovación del Teatro Independiente como fue el Centro Cultural Ciudadano Fuenteovejuna en Vallecas cobertura de la sala El Gayo Vallecano, con una amplia nómina del teatro madrileño detrás y Juan Margallo al frente. También en estos finales se comienza a hablar del Cine Olimpia —posterior Sala Olimpia— aunque en realidad se desarrolló en los ochenta.

  • En Vigo se establece la sala Carral.

  • En Granada en 1978 comienza a programar teatro un local de copas y con algunas actuaciones musicales, La Garnacha.

  • En Sevilla desde finales de los sesenta Joaquín Arbide ensayaba y actuaba con Tabanque en la sala del Pabellón de Uruguay, que también programaba, donde  se podo ver al TEI o Joglars. En 1978 se abre el Blues Ville y a finales de la década se comienza a trabajar en la sala San Hermenegildo, que se había usado ya como lugar de representaciones teatrales, a principios de los setenta, dentro de las actividades del Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla.

Otra fuente de actuaciones para los grupos de Teatro Independiente eran las actuaciones por el extranjero, que tenían dos modalidades. La primera y más singular fueron las giras por Europa por la emigración económica o política (de 1950 a 1973, se calcula que salieron 1,5 millones de emigrantes, sobre todo a Europa) que surgieron como una necesidad de apoyo cultural a los emigrantes y también como contraposición a las giras que por lugares similares organizaba el Ministerio de Exteriores. Las del teatro independiente eran coordinadas por las organizaciones de los partidos en el exilio, con alojamiento en las propias casas de los emigrantes y una confraternización continua. Duraban aproximadamente dos meses con una media de veinte ciudades y entre 12 o 15.000 km de recorrido por Francia, Bélgica, Holanda, Alemania y Suiza. Tuvieron lugar desde finales de los sesenta hasta 1975, participaron grupos como Goliardos, Tábano, Esperpento, La Cuadra, Teatro del Mediodía, o Grupo Internacional de Teatro (GIT).

Además de esta giras se realizaron en esta década de los setenta otras más convencionales por Europa y América Latina, en las que participaron La Cuadra, Joglars, Comediants, Tábano, Libélula, la Tartana, o Ditirambo, entre otras formaciones.

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* Chus Cantero es una figura imprescindible del Teatro Independiente y la escena cultural española. Trabaja en gestión cultural desde principios de los años setenta, cuando empezó a colaborar en las Aulas de cultura de la Facultad de ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Sevilla y en diferentes compañías independientes como Teatro del Mediodía, Esperpento y Teatro de Repertorio en tareas de administración, producción y difusión. Más adelante, destaca su trabajo como codirector de la Sala San Hermenegildo de Sevilla, Gerente del Área de Cultura de la Diputación de Sevilla, Director de Programación de Espectáculos de la Expo 92 y director y presentador del programa “La Torre de Papel” en Canal Sur Radio. También ha pertenecido a consejos de festivales o muestras de artes escénicas como el FIT de Granada, el Carnaval de Cádiz o la Bienal de Flamenco y el consejo de administración del Centro Andaluz de Teatro. También es autor de obras como El Teatro Español en el Siglo XXI y La Cultura en España en los años setenta y colabora en revistas culturales como Periférica y Cuadernos OIKOS. Colabora como profesor invitado en la Universidad de Cádiz, la Universidad de Sevilla y la Universidad Pablo de Olavide.

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El teatro independiente fue un salto de talento y de decisión de unos pocos cientos de personas. Algunas de estas personas participarán de un modo u otro en las actividades y proyectos que se llevarán a cabo, en las mesas redondas, en las entrevistas... Si hay olvidos, serán debidos a nuestra ignorancia y la existencia de este sitio web nos dará la posibilidad de reparar errores. El objetivo de este proyecto es que los profesionales y espectadores de hoy, especialmente los más jóvenes, conozcan y valoren a quienes protagonizaron aquel momento.

Quienes formaron parte de esta Historia, quienes tengan materiales que crean que pueden ser útiles para enriquecer este relato, pueden ponerse en contacto con cualquiera de los tres centros de documentación.

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